lunes, 10 de febrero de 2014

10 de febrero.

Escribir palabras bonitas es muy facil, lo digo yo. Sentirlas es otra cosa; saber que las digo porque intento dar orden al desastre universal, que es mi mundo interno,  le da un valor distinto a las palabras.  El hecho es además, que no siempre fluyen con facilidad, muchas veces he conocido a alguien que podría interesarme e intento decirles algo inspirado, lindo, algo que la haga sentir como si una nube de repente se le hubiera metido en el pecho.

Hay personas con las que me fluyen las palabras escritas, y hay personas con las que me fluye la palabra hablada. Por ambos tipos de personas soy querido, de maneras distintas además. Y es que sería completamente injusto que a dos esfuerzos distintos se correspondiera con el mismo cariño. Me gusta más hablar, tener a la persona al frente, poder mirarla a los ojos y pensar en cuanto me gustaría abrazarla. Pienso en alguien en especifico, pero ni ella ni yo somos de ese tipo de personas, así que siempre me quedo con las ganas.

Y sigo pensando en ella y en como está sembrada en un rincon de mi corazón. En cómo quiero verla madurar y convertirse en una mujer aún más maravillosa de lo que ya es. Y en que inevitablemente habrá de enamorarse de alguien algún día, y me va a romper el corazón y estaré feliz por ella de una manera sincera.

Y pienso también que habré de enamorarme algún día, y en que  tendre que decir a mi amada sobre ella, y esperar que entienda lo que yo mismo no comprendo. Porque cómo ocultarlo, o para qué, si su existencia me alegra la vida.



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