domingo, 8 de febrero de 2015

39. Adaptarse

Quienes me conocen saben que mi animal favorito es probablemente el ornitorrinco. Me gusta porque es anfibio, es el único mamifero venenoso y porque su apariencia engaña. Si uno lo mira descuidadamente piensa que tiene pico de pato, pero en realidad tiene una nariz que parece un pico y bajo la nariz tiene una boca.  Me gusta también porque ha sabido sobrevivir a pesar de sus falencias, me parece un simbolo perfecto de la recursividad. Si se extinguieran los ornitorrincos empezaría a preferir a los anfibios en general, los anfibios me son simpaticos porque son adaptables.

Uno de los mayores riesgos que corre la gente es acostumbrarse a hacer las cosas de cierta manera hasta el punto de olvidar que existen otras maneras de hacerlas. Es como ocurre con los ingenieros, que a fuerza de pasar cinco años usando calculadoras, para facilitarse el trabajo, luego les cuesta hacer los calculos en papel o en su cabeza. Uno adopta ciertas herramientas para facilitarse la vida, pero esas herramientas no son la vida.

Igualmente, uno adopta una ética, una estrategia de trabajo, un sistema de producción, una lógica segun la cual ciertas respuestas corresponden a ciertas acciones. Uno adopta estas cosas porque tienen sentido en el momento, pero pueden perder el sentido cuando el mundo se transforma. Por eso, para estar preparado para el cambio del mundo, es que debemos estar siempre ejercitando nuestra capacidad de dudar, porque el mundo va a cambiar, eso es inevitable.

Las ballenas vivian en la tierra hace millones de años y un día volvieron al mar. Fue su manera de adaptarse al cambio de las condiciones. Es probable que entonces les resultara más sencillo alimentarse en el mar que en la tierra, y volver fue una decisión inteligente: sobrevivieron y prosperaron. Pero si, ahora, el mar se convirtiera en un ambiente peligroso para ellas, si necesitaran volver a tierra para sobrevivir, estarían condenadas. Son demasiado grandes, están demasiado adaptadas al mar, no dejaron espacio para otras opciones.

No podemos ser como las ballenas, debemos siempre dejar espacio para nuevos caminos, tener una maleta lista para mudarnos en cualquier momento, tener la mente abierta a otras formas de hacer las cosas. Debemos ser, pues, más como los anfibios y los ornitorrincos, capaces de sobrevivir en diversos ambientes.

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