martes, 17 de febrero de 2015

48. Cómo sueño el mundo

Cómo sueño el mundo... Es una pregunta dificil porque podría responderla de muchas maneras, todas igualmente insuficientes.Y creo que con esto abro la puerta a dos elementos que han construido mi visión de mundo, la duda y lo holístico.

Dudo como si esa fuera mi única naturaleza, y hasta dudo al decir que dudo porque no me siento seguro de si lo hago por principios, por costumbre o porque quiero aparentar ser uno de esos sujetos cinicos y brillantes que dudan de todo. Pero dudo también porque me gustaría saberlo todo antes de abrir la boca, creo firmemente ( por eso, también, dudo de mi duda) que tomar un fragmento de la realidad, y ponerlo bajo un microscopio,  no basta para conocer toda la complejidad del universo. Por eso, escucho siempre todas las partes, prefiero ser conciliador que lider, y siempre, siempre, me siento insatisfecho con las pocas cosas que sé.

Hay algo que me asusta, sin embargo, y es que siento al realizar ese movimiento de abrirme al mundo (de escuchar, de ponerme en otros zapatos, de interesarme en lo que los otros desean, de aprender constantemente, de imitar procesos mentales) me he ido desvaneciendo yo. Temo que mis deseos han perdido fuerza, que mis posiciones parecen más fruto de la diplomacia que de la pasión, y que no tengo nada que ofrecer porque todo lo que pienso, siento y hago (no somos más que acciones, emociones y pensamiento) se debe a otras personas de las que aprendí a ser, pensar y hacer. El temor, o al menos una ansiedad acida que me carcome, es otro de los pilares de mi concepción de mundo.

Se me ha ocurrido una respuesta a cómo sueño el mundo. No me satisface pero pienso que por hoy basta. Cuando digo mundo no me refiero al planeta ni al universo, sino a esta civilización humana en que habito y cuyas trompetas finales escucho sonar en el horizonte.

Sueño que el mundo es como un libro, un laberinto o un rompecabezas, un objeto finito con finitas posibilidades que puede ser resuelto, decodificado o terminado. Sueño con un mundo en el que habite y prolifere la estética (la ética no le compete a lo natural, y la justicia es una ilusión vana de nosotros los efímeros). Sueño con el mundo de lo bello, lo efímero y lo inalcanzable, un mundo en que siempre hay más cosas que saber, pensar y vivir, y se tiene menos tiempo para hacerlo todo. Un mundo en el que todos somos rayos atravesando el cielo.

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