miércoles, 18 de febrero de 2015

49. Gente que odio

Hace unos días, en la clase de maestría estabamos discutiendo que hay varias perspectivas desde las que hacer arte. Entre ellas está la de esa gente que ve el arte ( de cualquier naturaleza) como algo que fluye de una fuente superior, como si un duende, ángel o dios(a) juguetón(a)  les dictara cada palabra. Son gente que no se cuestiona sobre lo que escribe, se cuestiona, sí, como se escribe, buscan palabras enrevesadas, tienen una ortografía perfecta y pueden escribir una frase sin ninguna ambiguedad gramatical.  En consecuencia paren bodrios aburridos pero excelentemente escritos.

Hoy, miercoles, asistí al lanzamiento de un libro. Y el autor era un tipo así, leyeron unos textos seleccionados y ninguno valia la pena. Me aburrí soberanamente escuchandolo. Lo único positivo de la velada fue que se me ocurrieron dos cosas, una idea para una carta-cuento que publicaré mañana y una frase para contar el mundo en el que creo: creo en un mundo como un árbol que se levanta del suelo.

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