sábado, 18 de enero de 2014

Enero 18

Hoy me pasó algo. Fuí a la sección de filosofia de la librería, porque me encantan las novelas pero también amo leer cosas escritas por personas mucho más inteligentes y visionarias que yo, porque con ellos aprendo. Vi un par de cosas que hace tiempo deseo leer pero me sentí cansado. Debo admitir que, desde lo ocurrido con lo de la maestría, me he sentido un poco descorazonado. Es duro sentirse profundamente apasionado por algo y ser rechazado.

Y para ser justos, no tengo por qué sentirme rechazado. La historia es que me calificaron bien en casi todos aspectos, consideraron que tenía un buen proyecto, que habia hecho una buena entrevista, que manejaba adecuadamente el inglés y que además era un sujeto encantador y la mata del carisma. Pero no les gustó mi hoja de vida. Yo sabía que eso podía ocurrir, no tengo mucha experiencia en la investigación, y el tipo de investigaciones en que he participado han sido cosas muy pequeñas y sencillas, o  he participado en ellas de forma muy superficial ( como ayudando a realizar encuestas, pasando los datos del papel al computador, o identificando las relaciones interesantes entre las variables ( principalmente en las tesis de mis compañeros)). Lo que digo es que no les gustó mi hoja de vida, pero les gusté yo, y no tendría por qué sentirme mal por eso.

Entonces, me sentí cansado, me sentí descorazonado y pensé: Hey, para qué voy a leer esto si igual mi vida se ha quedado estancada. Pero, ahora que estaba escribiendo esto, se me ocurrió que mañana voy a ir a comprar los libros y que voy a leerlos, y voy a seguir aprendiendo, y voy a encontrar la manera de hacer algo con lo que sé.  Yo tengo problemas pero no estoy mal, lo que está mal es que nunca me haya atrevido a hacer muchas cosas que he querido hacer. Así que ese es mi proposito.

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