miércoles, 8 de enero de 2014

Enero 8

Hoy recibí parte de mi regalo de navidad para mí mismo, un filtro polarizador y uno UV para el lente de mi cámara. También quiero un lente nuevo, lo he estado averiguando y, de decidirme a comprarlo, sería el resto de mi regalo.

La fotografía me encanta desde que era muy niño, a los 9 años recibí mi primera camara fotográfica que no era la gran cosa, sólo tenía un boton para disparar y una palanquita para prender y apagar el flash.  No creo que queden muchas fotos de esa época, pero fue el mejor regalo que jamás obtuve en una navidad, la llevaba a todas partes y amaba fotografiar a gente haciendo cosas normales, tenía muchos primeros planos de mis padres bebiendo, varias fotos de vacas, otra cantidad de retratos de mis amigos ( mis dos amigos) en piscina, en la playa, en mi casa, en su casa, en la calle, jugando videojuegos. Nunca me gustó que la gente posara, aún no me gusta. Es decir, sí, es posible componer lindos retratos con personas posando, pero me gusta más la naturalidad; la belleza secreta de actuar como humanos.

Cuando fuí a estudiar comunicación, mi papá me regaló una nueva cámara. Ésta no era nueva, había pertenecido a una prima que había estudiado comunicación también; ella se la había vendido a mi papá, al fin y al cabo ni siquiera la usaba. Según mis averiguaciones, el modelo fue descontinuado en 1995, y para cuando llegó a mis manos ya estabamos en 2003. A pesar de su edad, la cámara me sirvió bien por un par de años durante los cuales enloquecí con las fotos en blanco y negro, y su revelado. Si nunca han estado en un cuarto oscuro, si nunca han sido testigos del milagro de la transmutación de la luz , si nunca han llegado a su casa olorosos de químicos y sonriendo; si les gusta la fotografía pero no han tenido la experiencia del revelado tradicional, se han perdido de una maravillosa vivencia.

Con mi primer pago ( de esto ya hace varios años) me compré una cámara digital. Entonces estaba usando la mi mamá, una compacta con un buen lente que me gustaba mucho pero que no era mía. La analoga de mis estudios había perdido la capacidad de tomar fotos hacía ya tiempo. Desde entonces he sido feliz ( al estilo impredecible de los locos y los adictos) tomando fotos por la ciudad, a desconocidos, a conocidos, a personas llorando, a personas bailando, a amigos, a amantes, a ancianos, a gente feliz.

Me gusta la fotografía porque es mágica, en los retratos quedan atrapados seres que hemos sido y que jamás volveremos a ser, y cuando fuimos ellos, en ese instante, fuimos honestos, directos, puros. Soy un hombre sencillo, yo no quiero que compren mis fotos, ni hacerme famoso ( aunque si ocurriera sería feliz), sólo quiero una pared llena de personas reales ( sus fotos, se entiende).

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