jueves, 23 de enero de 2014

Enero 23

La entrada de ayer se desvió mucho de lo que planeaba escribir. Retomemos entonces, veo a una mujer caminando por ese trecho en que la muralla de Cartagena se convierte en una sola pared, un poco angosta e inclinada; y ella no está para nada nerviosa, y a mí me parece admirable. Entonces me acuerdo de que había prometido, seis meses antes, que no iba a dejar que el miedo me detuviera. Y se me ocurrió que era momento de seguir avanzando.

Así que viajé ayer miercoles a Bogotá. Mi plan era hacerlo el sabado. El martes ya había hecho la reserva pero no la había pagado, y recibí una llamada para convocarme a una entrevista laboral hoy jueves. Lo que pensaba originalmente era algo muy sencillo, iba a venirme sin tener nada seguro, iba a aplicar en varias empresas, iba a caminar universidades buscando una especializacion, e iba a pasar un mes como un hombre feliz recorriendo museos, teatros y salas de concierto.

Cuando recibí la llamada, mis planes cambiaron, tuve que viajar el miercoles, que prepararme para una entrevista en una empresa que me sonó muy bien pero que me asustaba un poco porque no sabía si era un lugar en el cual iba a encajar. Hoy tuve la entrevista, y me gustó el lugar, me gustó la gente que conocí, me gustó el ambiente. Quiero pensar que lo del lunes fue un mensaje divino, una manera de recordarme que no debo permitir que el miedo me domina, que mientras sea capaz de superarlo, seré capaz de avanzar.

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