jueves, 1 de enero de 2015

1. Invulnerabilidad e Incomodidad

Cuando tenia 7 años mis padres se separaron por un mes, más o menos. Cuando tenía ocho, me enviaron a pasar un mes con familiares en otra ciudad mientras resolvian cosas. Cuando tenía nueve se volvieron a separar, y en esta ocasión les tomó un par de años volver a estar juntos. Desde entonces, creo, no han vuelto a separarse pero han tenido problemas por terceros en discordia. El problema ha sido siempre el mismo, infidelidad,  y no sé en que momento decidí que era su problema y no el mio. Es su problema si mi papá no puede cambiar y mi mamá es incapaz de dejarlo. Es su problema si mi papá es un poco dominante y mi mamá tiende a ser pasiva. Es su problema.

Hoy ocurrió algo  de lo que no creo que sea necesario hablar, una confusión pendeja entre números, una serie de mensajes estremecedores y una especie de conmoción familiar que mi madre manejó con mucha calma, aplomo e historias creibles. Pienso que no le creo a ella, y pienso que no fue una confusión; pero sobre todo pienso que me he vuelto inmune a esas cosas. Pasó lo que pasó y cuando tuve que reaccionar pensé que no tenía nada que decir ni sentir.

No, no me molesta si mis padres se separan o se divorcian. Yo tengo mi vida propia y no voy a sufrir una crisis emocional si lo hacen. Lo qué sí me preocupa es mi comodidad, puede que sea invulnerable a sus problemas, pero me incomodan. Si se separaran tendría que visitarlos a ambos, llamarlos a ambos, lidiar con ambos por separado. Incluso si no lo hacen, sus problemas tornan el ambiente de la casa tenso y quizás deba partir antes de lo planeado.

En todo caso, así empieza este año, con conmoción familiar y regreso al blog que me hizo más feliz durante el 2014.

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