domingo, 25 de enero de 2015

25. Aristóteles ( Su poética)

Aristoteles era un sabio, de eso no me queda la menor duda. El hombre estudió y diseccionó la tragedia y la epopeya como actos narrativos; identificó, nombró y valoró cada uno de los elementos que las componen. Y en general, por lo que pude entender, estoy muy de acuerdo con su valoración de los elementos. Lo que me cuesta aceptar es su pretensión de que existen formas artísticas superiores e inferiores.

Aristóteles sitúa la tragedia y la epopeya por encima de la comedia porque los personajes de ésta son personas normales y vulgares, y los de aquellas, nobles héroes. Desde su perspectiva, es natural que los autores que aspiran a la sabiduría y poseen personalidades nobles, se vean atraídos por sus modelos e iguales (heroes, sabios y dioses). Mientras los autores de genio vulgar prefieran, o sólo sean aptos para, realizar comedias y poesía burlesca. Esa idea de que es posible separar a los grandes talentos de los pequeños, por el género en que destacan o por la seriedad de sus escritos, es aún muy común en el mundo literario.

A pesar de Poe, Borges, Cortazar y Dostoievsky, el cuento es considerado un género menor, nunca comparable con la novela. Prueba de ello es que aún en los casos de autores que han descollado en ambos géneros, digamos Gabriel García Márquez, siempre se les recuerda más por sus novelas que por sus colecciones de historias cortas.

El humor, como en el monasterio de El nombre de la rosa, parece ser un tópico prohibido en la literatura seria, con la clara excepción de El Quijote. No es que se envenene a quienes se atrevan a escribir cosas que hagan reír, ni que su lectura se prohíba, pero no se les premia, no se les anota en la lista de lo mejores libros, no se les invita a las fiestas de lanzamiento. Leemos a Proust que dedica años a rememorar magdalenas, pero a Ignatius Reilly nadie lo conoce, y a autores como David Safier sólo se los lee a la orilla de la playa o esperando un avión. Y, a este paso, los cuentos de humor que me gustaría escribir jamás serán leídos por una sola alma.

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