lunes, 5 de enero de 2015

5. 2015

Hace años que no hago propositos de año nuevo, tengo una lista de cosas que pienso serían una buena idea poner en práctica, cosas como hacer listas, entrar al gimnasio, conseguir un trabajo, escribir este blog, invitar a alguien a almozar, reconectar con gente.

El 2015 es un año que me asusta. Creo que en los últimos meses de 2014 dejé unas bases sentadas para asegurarme de que 2015 empezara bien, pero el tiempo se mueve lentamente cuando se está esperando y actualmente no puedo hacer nada más. Me preocupa que los planes no den fruto como se esperaba, me preocupa no dar la talla para lo que quiero, me preocupa el rechazo de una invitación que haré pronto, me preocupa estar en este mismo lugar dentro de seis meses. Me preocupa fracasar.

No me asusta el fracaso en sí, tengo una larga experiencia en eso de decepcionarme a mí mismo y en ver como mis planes se caen al piso; quizás no está bien que yo lo diga, pero he fracasado suficientes veces para haberle perdido el miedo. Lo me que asusta es lo que viene despues del fracaso, el lidiar con la decepción, el encontrar nuevos rumbos, el construir nuevos sueños y planes, el volver a lanzarse al vacío con la esperanza de que esta vez mis alas sí me sostengan y pueda despegar.

Cuando tenía 9 años me puse a pensar en el futuro. Dibujé una escalera en la que cada escalon era un año académico. Despues de 11, venía un ultimo escalón particularmente largo que decía Universidad. Y luego anoté con letras grandes: VIDA.

Quizás parezca tonto pero siento que mi vida se quedó en pausa. Que tengo hacer meritos para volver a estar vivo, o para empezar a estarlo. Cada nuevo fracaso me obliga a postergar un poco más la vida, y me desespera escuchar constantemente esa voz que me dice: ¿Cuándo comenzamos a vivir?

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